11/24/21
De una manera u otra, todos hemos resultado afectados por la COVID-19. Con órdenes de quedarnos en casa, con negocios cerrados, con salones de clase vacíos, con el despido de millones de trabajadores, con un virus que se extendió por el mundo enfermando hasta la fecha a 259 millones de personas y lo irremediable, cobrando la vida de más de cinco millones.
En el nombre de COVID se han tomado muchas medidas de protección. Algunas aplaudidas, otras criticadas y acusadas de destruir libertades y derechos. Yo espero que dos muy básicas permanezcan: lavarse las manos y cubrirse la boca al estornudar, porque parece mentira, pero muchos no tenían esos importantes hábitos prepandemia.
Esta crisis sanitaria ha servido también de gran pretexto para justificar acciones. Aparentar ser cuidadosos en vez de descorteses, o precavidos en vez de maquiavélicos calculadores de un buen ahorro o de infladas ganancias.
En el nombre de COVID algunos comercios u oficinas aún no permiten a clientes y visitantes usar los baños. claro, podrían argumentar que si el virus del COVID se queda en superficies o que al descargar el agua del inodoro se genera una nube de aerosoles, quien use el sanitario tendría posibilidades de contagiarse, pero ¡caray! según los expertos el riesgo es mínimo. Además, recordemos que hay que lavarse las manos, que podemos cerrar la tapa (si es que la hay) antes de jalar y que podemos protegernos con el cubrebocas. Esta medida suena más a ahorro de suministros para el baño y de tiempo de limpieza. Aunque para los clientes y visitantes se convierta en un asunto de emergencia.
En el nombre de COVID muchas compañías habrían despedido o jubilado a personal, que de otra forma no habrían podido. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) 114 millones de personas perdieron horas laborales o quedaron desempleadas en el primer año de la pandemia. Al mismo tiempo crecían los reportes de demandas contra empresas que habrían aprovechado la crisis para reducir salarios, horas de trabajo, y despedir u obligar a retiro anticipado a trabajadores por su edad, género, raza o salario.
En el nombre de COVID, algunos se adelantaron incrementando precios de productos o servicios, cuando aún no se registraba escasez o problemas de distribución. Básicamente, como dice la frase que un buen amigo modificó y me compartió, "Mientras la mayoría llora, otros se llenan los bolsillos vendiendo pañuelos".
En el nombre de COVID, varias familias mantienen interrumpidas las reuniones “por precaución”, dicen, aunque en realidad prefieran alejarse de los suegros o parientes incómodos.
Como sobreviviente de la COVID-19, tan dramático como suena, agradezco y aplaudo las medidas de prevención, la atención de las autoridades a la crisis, al personal médico que ha dado todo a lo largo de la pandemia, a la población en general y a un sin número de empresas y negocios que se han comportado a la altura de las circunstancias. Sin embargo, algunas cosas implementadas en el nombre de COVID generan suspicacia.
LA SECCIÓN DE COMENTARIOS ESTÁ AL FINALIZAR LA PÁGINA.
GRACIAS
IN THE NAME OF COVID!
One way or another, all of us have been affected by COVID-19. Stay-at-home orders, closed businesses, empty school classrooms, millions of workers fired, a virus that has spread around the world, making 258 million people sick and killing more than 5 million as of today.
In the name of COVID, we have been under several precautionary measures. Some of them applauded; others criticized, accused of destroying liberties and rights. and I hope that two of them, very basic ones, stay forever: washing hands and covering our mouths when we sneeze. Although it sounds like a joke, a lot of people didn't have these important habits pre-pandemic.
This sanitary crisis has been a justification for different actions. For example, trying to show that someone is careful instead of impolite, or trying to convey that they are protective instead of being Machiavellian planning how to save money or multiply their earnings.
In the name of covid, some businesses or offices still do not allow their clients or visitors to use the restrooms. They could argue that the virus stays on surfaces, or when we flush the toilet, we create an aerosol cloud, and somebody can be infected. But come on, experts agree that the risk is minimal. We should remember to wash our hands and close the lid of the toilet (if there is one) before flushing, and we can protect ourselves by wearing a mask. This measure sounds more like wanting saving money and cleaning time, while clients and visitors could end up in an emergency situation.
In the name of COVID, a lot of companies have supposedly fired or laid off personnel whom they otherwise couldn't.
The International Labor Organization (ILO) says that 114 million lost their jobs or working hours during the first year of the pandemic. At the same token, reports of lawsuits have increased, alleging that some companies have taken advantage of the situation, reduced salaries, working hours of the personnel, or obliged some employees to take an earlier retirement based on their age, gender, race, or salary.
In the name of COVID, some businesses have increased the prices of articles and services before we had shortage or distribution problems. Basically, like the sentence a good friend shared with me: "while the majority cry, others fill their pockets producing handkerchiefs. "
In the name of COVID, a lot of families haven't had reunions out of precaution, although the truth is they prefer to be far from their parents, in-laws, or embarrassing family members.
As a COVID-19 survivor, as dramatic as it sounds, I thank and applaud the preventative measures, the authorities' management of the crisis, to all medical personnel that has given everything throughout the pandemic, to people of all walks of life, and to an endless number of businesses that were up the mark. Nevertheless, some of the things implemented in the name of COVID generate suspicion.
What do you think?
I APPRECIATE YOUR COMMENTS
AT THE END OF THIS PAGE